Hemos dejado atrás el verano y los días son cada vez más cortos. Esto no es tan terrible, aunque disponemos de menos horas de luz nuestra ventana de vuelo se amplía. Ya no debemos temer a las horas centrales del día, las altas temperaturas, la térmica fuerte y el viento turbulento se han acabado. Es una época estupenda para aprender a volar, la temperatura es idonea y las condiciones más suaves.