Hoy tenemos viento fuerte y el cielo cubierto de ¿ovnis?, ¿Qué son esas figuras en el cielo…? Son nubes lenticulares, un fenómeno meteorológico curioso y que puede llegar a ser bastante espectacular. Su aspecto en forma de disco más o menos abombado es muy característico y fácil de reconocer. En realidad la formación de este tipo de nubes es un fenómeno relativamente frecuente y bastante sencillo de comprender a poco que se manejen algunos conocimientos científicos básicos, así que desde Parapente Madrid trataremos de explicar dónde, cómo y porqué aparecen.
Aunque en determinadas condiciones las nubes lenticulares pueden formarse en lugares llanos, lo más común es que lo hagan cerca de zonas montañosas. Lo primero que hace falta es una masa de aire desplazándose hacia una montaña a una velocidad de unos 30 km/h (un viento moderadamente fuerte) y lo segundo es una inversión térmica que llegue hasta los 4.000m ó 6.000m de altura y que comience cerca de la cima.
En una inversión térmica la atmósfera presenta una capa de aire con temperatura superior a la capa que se encuentra justo debajo de ella. Esta situación no es la habitual, pues la temperatura del aire disminuye con la altitud, pero a veces ocurre en una noche despejada cuando la temperatura del suelo llega a ser tan baja que el calor que absorbe éste de las capas inferiores de la atmósfera hace que se enfríen más rápidamente que las capas superiores, provocando que cerca del suelo el aire esté más frío que a una cierta altura. Lo importante es que, en una inversión térmica, debido a la diferencia de densidades la capa de aire cálido (que no “caliente”) es muy estable en cuanto al movimiento vertical, es decir, si el aire frío que está debajo trata de hacerla subir ella intentará volver a bajar y viceversa.
Pues bien, ya tenemos preparado el escenario para la aparición de nuestras nubes lenticulares. Cuando la masa de aire llega a la montaña asciende y se enfría, y si durante su ascenso la temperatura desciende hasta el punto de rocío forma una nube que asciende por la ladera hasta la cima. Si no hubiera inversión térmica la masa de aire descendería por el otro lado de la montaña, calentándose hasta superar el punto de rocío (si lo alcanzó antes) y alejándose sin más. Pero ocurre que la masa de aire cálido que causa la inversión, al verse empujada por el viento que asciende por la ladera trata de volver a descender ocupando el lugar en el que se encontraba al principio, lo que provoca un movimiento ondulatorio que se puede llegar a propagar bastantes kilómetros a sotavento de la montaña.
Esta situación se conoce como “onda de montaña” y no tiene porqué venir acompañada de ningún tipo de nube, pues para eso es necesario que el aire transporte la suficiente humedad. Sin embargo si alguna capa de aire que se vea envuelta en esta onda de montaña transporta la suficiente cantidad de agua y asciende lo bastante como para que su temperatura baje hasta el punto de rocío, se formará una nube que adoptará la misma forma que la parte superior de cada onda, es decir, una nube lenticular. Como además la oscilación puede repetirse varias veces, o incluso incrementarse por un efecto de resonancia si en su camino se encuentra con otra montaña, en ocasiones se pueden admirar auténticos desfiles de ovnis…